No en todos los casos cuando nos flaquean las fuerzas o empezamos a pensar cosas como “¿Quién me mandaría a mí meterme en esto?” es la antesala de dejar todo atrás y cerrar esta etapa.
Una vez más (y siento rallar tanto la palabra) es NORMAL. Pocas cosas te hacen perder tanto la fe en un final exitoso como un tratamiento de reproducción asistida. Sabemos que en la mayoría de los casos se logra, pero la posibilidad de que no sea así para nosotras planea sobre nuestra imaginación una y otra vez.
Hoy vamos a dar algunas pautas para detectar cuándo estamos rebasando nuestras reservas de aguante, cuándo necesitamos un descanso y qué hacer ante este hartazgo absoluto que experimentamos cuando la infertilidad nos pone contra las cuerdas.
Para comprender por qué llegamos a este punto tenemos que retroceder a un punto que casi hemos olvidado: aquel en el que los tratamientos de reproducción asistida aún quedaban lejos, esos días en los que mes tras mes de alegres búsquedas y revolcones locos nos volvía a bajar la regla.
Seguro que de algún modo han quedado enterrados en tu memoria pero son parte importante de cómo te encuentras hoy.
El cansancio acumulado es también el resultado de muchas de las lágrimas que derramaste en tu cuarto de baño ante un test de embarazo negativo y llega la pregunta estrella: «¿Por qué yo?»
A partir de aquí todo lo demás: el diagnóstico, las pruebas, las esperas, un tratamiento, un «ahora sí que sí» pero resulta ser otro no.
Y seguimos para BINGO, sin que toda esta situación nos de una tregua, una pequeña, diminuta alegría o un rayo de esperanza a lo que agarrarnos. Suena súper dramático amiguis, pero esto es en la mayoría de ocasiones así.
En otras la historia vuelve a dar un giro de guión y resulta que tendrás que dar el paso de decir adiós a tus propios gametos, a los de tu pareja o a los de ambos y es, normalmente aquí en el que dices: NO PUEDO MÁS. Y toda esa historia en la que te habías imaginado con tus hijos se rompe en pedazos, salta por los aires y empiezas a plantearte qué tal vez debas ir haciéndote a la idea de que lo de ser madre no es lo tuyo, que todo esto no compensa, que lo único que deseas es volver a ser tú. Recuperar tu vida. La de antes. Esa en la que las palabras betaespera o cariotipo no estaban para nada en tu vocabulario.
Nadie como Mary Poppins (pero la de verdad, no la de la segunda versión) para que recrees aquella escena en la que la institutriz de nuestra infancia iba a poner orden a una habitación llena de caos.
En este caso va a ser algo más elaborado que decir supercalifragilisticoespialidoso y que todos estos elementos se vayan colocando solos en su lugar, pero partiendo de la base de que sabemos decir histersalipingografía ya tenemos medio camino andado.
Vamos con los tres pasos básicos: No precipitarse, pedir ayuda y tomarse un respiro.
Es fundamental que no tomes decisiones precipitadas. Todo lo que vivimos en un proceso de fertilidad necesita digerirse con pausa.
No te ibas a librar de nuestra recomendación estrella: pide ayuda psicológica.
Vas a necesitar tu propia Mary Poppins que te ayude a colocar todas tus piezas en orden.
Alejarte temporalmente de esta situación te ayuda a ver con distancia todos los elementos.
Tomarse un descanso implica: tomarse un descanso de verdad. Ahora veremos cómo hacerlo.
Estoy de acuerdo contigo en que el tiempo es uno de los hándicaps de la reproducción asistida y añado, también, que una vez que has abierto este melón es más práctico a nivel emocional y físico completar la etapa
Pero una cosa es empezar y dejarlo durante dos años y otra es tomarse un descanso de un mes o dos.
Sé que la circunstancia de que ya has esperado mucho (sobre todo si has accedido a un tratamiento de reproducción asistida mediante la Seguridad Social), que empezaste «tarde» y que el tiempo apremia es algo que te agobia muchísimo, pero de algún modo antes de seguir debemos parar, mirar a nuestro alrededor, hacer recuento de daños e intentar resetear algunas de las emociones que no nos dejan avanzar.
Es importante que este paso lo hagas en compañía de un especialista que te sirva de guía e incluso de alarma (como la del despertador del móvil por las mañanas) porque una de las primeras cosas que tendrás que acordar contigo misma es el tiempo de pausa que vas a instalar en este periodo.
Los pasos a seguir serían estos:
– Planificar cuándo paras y hasta qué día (con fecha incluida, como unas vacaciones de verdad)
– Calendario en mano haz una lista de aquellas cosas que tengas pendientes por hacer y que han estado esperando su turno pacientemente mientras estabas en tu proceso de fertilidad: quedar con tu amiga de Valencia; visitar esa exposición de la que todo el mundo habla pero que nunca encontrabas tu estado de ánimo ideal para ir; poner en orden algunos asuntos pendientes; estar sola… tomarte un café con un libro y el sol caldeando tus carrillos. Haz hueco en este periodo de tiempo para todas esas cosas que, aunque no te apetezcan mucho, tienes pendientes y deseas recuperar.
– Tomarse un respiro implica que este tiempo es PARA TI y PARA TU PAREJA en caso de tenerla: tiempo de disfrutar de tu día a día sin esperar llamadas de un especialista, sin buscar en Internet (lo que puedas, ya sé que esto es prácticamente imposible), de redes de apoyo o de cualquier otra cosa que desestabilice tu descanso.
– Cuando se acerque la fecha de regresar, no te precipites. Que se esté acabando este plazo no significa que debas empezar a pensar. Recuerda que es TIEMPO PARA TI. PARA RESETEAR.
Parecen pautas muy simples, y en realidad lo son, pero si dejas que te acompañe un especialista lo será mucho más e incluso servirá cien por cien. A la vuelta vas a notar una gran diferencia, como si hubieras estado alojada en un balneario con desayuno de frutas y albornoces esponjosos esperando en tu habitación.
Con todo esto, de vuelta al proceso, no sólo es más que probable que encuentres la MOTIVACIÓN PERDIDA, además de poder ver con mayor claridad un montón de respuestas que estaban atrapadas en un ovillo de emociones, vivencias, dudas y cansancio que te ahogaban.
Es algo habitual que no nos permitamos descansar porque la necesidad de llegar pronto a meta, de lograr el objetivo de ser padres y que todo esto quede atrás cuanto antes se vuelve prioritario. Cuando, repetimos una vez más: lo realmente prioritario, en todo este asunto, ERES TÚ.