He aquí un tema controvertido que puede dar mucho de sí: ¿Cómo sobrellevar un tratamiento de reproducción asistida y compaginarlo con el trabajo?
Recuerdo que a mi alrededor escuché varias veces lo de “No tienes que dar ninguna explicación en el trabajo porque es un tratamiento médico y no tienen ni que saber a qué vas ni qué vas a hacerte”
Fenomenal. Estupendo. Pero a la hora de la verdad, llevarlo a la práctica es mucho más complejo y en este artículo te explicaré por qué.
Para empezar cuando tienes una buena relación con tus compañeros, casi familiar como era mi caso, compartí con mi jefe y algún compañero el paso a paso de esta experiencia, pero aun así tener que faltar una mañana tras otra para consultas, analíticas, pruebas y visitas, generó en mí un tremendo sentido de culpabilidad y falta de responsabilidad.
Tengamos en cuenta que se puede dar el caso opuesto, en el que al paciente ni se te pasa por la cabeza compartir su proceso de fertilidad incluso aunque tenga buena relación con su equipo. Recordemos que compartirlo o no es algo íntimo y personal.
En ese caso a la culpa y responsabilidad no resuelta se le suma el ser la “chica misterio”, mientras sospechas que a tus espaldas susurran “¿Pero y a esta qué le pasa?» e imaginas rumores sobre tu salud y vida personal.
Posiblemente este es uno de los aspectos de los que menos se habla dentro del Universo de los pacientes que atraviesan un proceso de reproducción asistida: la relación entre lo laboral y su fertilidad.
Porque claro, ya sabemos que aunque sobre el papel no pueden despedirte por estar en tratamiento médico, a la hora de la verdad las cosas son muy diferentes debido a los daños colaterales que supone transitar este proceso, eso os lo digo de corazón.
No es raro que estés más dispersa, cansada o desmotivada debido a que a nivel emocional estás destrozada.
También que sin explicación detallada debes ausentarte de tu puesto de trabajo de hoy para mañana o con muy poco margen de maniobra (para una transferencia, ecografía o prueba, ante una hemorragia inesperada o una hiperestimulación).
A esto se le suma que al igual que fuera del trabajo tienes que escuchar frases desacertadas como “No te obsesiones”, “Cuando dejes de pensarlo te quedarás embarazada”, “Hay cosas peores” o “Con lo bien que vives sin hijos, cuando quieras te dejo a los míos”, en el trabajo no es mucho mejor… “Te veo muy dispersa”, “Los problemas se dejan fuera” o «¿Pero se puede saber qué te está pasando?» y es que simplemente tus ganas de relacionarte o plantarte una sonrisa en la cara requieren de un esfuerzo titánico.
Supón que tras un aborto espontáneo que no ha requerido intervención tienes que amanecer en tu trabajo, cuando recuerdas que la última vez que estuviste ahí estabas embarazada. O que tras la betaespera el resultado ha sido negativo y debes reprimir todas las emociones que ese batacazo supone para atender el teléfono o gestionar asuntos de trabajo.
Tal vez algunos pensarán «Bueno, así por lo menos estás entretenida y no piensas tanto en…»
No es tan fácil. Es un duelo que debes pasar y que trabajando o no está presente en tu corazón y en cada poro de tu cuerpo. Y para que sane correctamente así ha de ser.
Para finalizar te contaré que sobre tu cabeza planea constantemente la idea de que te van a despedir por esto y que te estás jugando tu puesto de trabajo. Imagínate. Ya no es solo duro a nivel emocional y económico (de lo que hablaremos más adelante), también tu perfil profesional se ve tocado.
Y no… de esto nadie habla. Por eso me parece importante que se visibilice este aspecto de los pacientes.
Si sospechas que algún compañero o compañera de tu trabajo está pasando por algo similar, acércate un día hasta su puesto y susúrrale un simple: “Estoy para lo que necesites, cuenta conmigo.”
Te aseguro que vas a iluminar su día.
Si te has sentido identificado o identificada con este post, nuestra recomendación de siempre es que busques ayuda en un psicólogo especializado en procesos de fertilidad (titulado y colegiado) que te de las herramientas necesarias para atravesar con mayor facilidad este punto de tu vida, pero también que busques un cómplice dentro de tu círculo más cercano ya sea una amiga, un compañero de trabajo o un familiar.
Recuerda la frase de Barrio Sésamo con la que deberíamos encarar muchos obstáculos en la vida «Solo no se puede… con amigos sí.»